La majestuosa presencia de la naturaleza con sus paisajes de lagos azules y bosques añosos convierten a Bariloche en un lugar especial, casi mágico. Considerada la Suiza argentina, este pueblo emplazado a orillas del lago Nahuel Huapi se ha nutrido de distintas influencias culturales como la indígena y la europea. Esto se evidencia en la variedad de artículos regionales que pueden obtenerse en esta zona. Hoy, la presencia de la cultura mapuche se encuentra en muchos nombres de lugares y en especial en tapices, ponchos y caminos realizados en telar, en tejidos hechos a mano con lana de oveja o cabra y en adornos y aros de plata.
Asimismo los pioneros, integrantes de distintas colectividades europeas que llegaron a estas tierras atraídos por las bellezas naturales, aportaron sus conocimientos en la fabricación del chocolate casero, de los dulces con fruta fina y en el ahumado de alimentos como la trucha, el salmón, el ciervo y el jabalí. También los licores y las conservas se suman a los productos regionales así como todos aquellos derivados de las especies autóctonas e introducidas que conforman la flora andino-patagónica. Muchas son utilizadas en cosmética como cremas y aceites (como el caso de la rosa mosqueta) o como perfumes y esencias (extraídas por ejemplo de la lavanda).
Además, caracterizan a la región las velas artesanales, los gnomos, los centros de mesas confeccionados con ramilletes de flores secas y los muebles rústicos hechos a mano por expertos artesanos que trabajan la madera. Otros en cambio, despliegan su talento y habilidad fabricando distintos elementos utilitarios o de adorno en cerámica, hierro forjado, cobre y otros metales. Cada vez más el turista que llega a Bariloche disfruta de vivir experiencias propias del lugar y no solo de la contemplación del paisaje. Es por esto que la nueva modalidad de los últimos tiempos ha sido la visita guiada a chacras orgánicas, a criaderos de truchas y a fábricas de elaboración de productos regionales y artesanales.